Plomo (Pb)
El plomo es un metal pesado que forma parte de la mayoría de las rocas en la corteza terrestre, generalmente en una proporción menor a 10%. Históricamente, el plomo ha sido muy utilizado en materiales como gasolina, pinturas, soldaduras, tuberías, vidrios, municiones, esmaltes cerámicos, artículos de joyería, juguetes y hasta productos cosméticos; sin embargo, el daño que este metal puede causar es grave, por lo que muchos países lo han puesto en la agenda de problemas tanto de salud pública como ambientales.
Las emisiones industriales han sido una importante fuente de contaminación por plomo. Además, con el paso del tiempo muchos productos que contienen plomo acaban en grandes vertederos y, si estos espacios no cuentan con un confinamiento controlado de residuos peligrosos, se genera la lixiviación, es decir, los contaminantes allí presentes se filtran hacia los mantos freáticos. No obstante, hoy día la principal causa de contaminación por plomo se debe al plomo en tuberías, soldaduras o accesorios utilizados para el suministro de agua.
A pesar de que parte de la ingesta de plomo es eliminada por la orina, algo de este metal se acumula en el organismo, en donde se dispersa a través de la sangre hasta depositarse en órganos como el hígado, el cerebro, los riñones, los huesos y los dientes.
Cabe señalar que no existe una cifra mínima de concentración de plomo en sangre que se considere libre de riesgos, por ello es importante eliminarlo por completo, reemplazando tuberías e instalaciones que contengan plomo; mientras tanto, vale la pena conocer y aplicar las demás medidas para reducir la exposición a este metal. Una recomendación hecha por la Agencia de Protección Ambiental de EUA para disminuir el consumo de plomo a través del agua potable es usar únicamente agua fría para cocinar, dado que las concentraciones de plomo son más elevadas en el agua caliente que sale de las tuberías. La piel no absorbe este metal por lo que el contacto con el agua caliente de la regadera no representa un riesgo.