Fenol (C6H6OH)
El fenol es el miembro más simple de la familia de compuestos orgánicos del grupo hidroxilo, conocidos como fenoles o fenólicos. En los últimos años se ha demostrado que una dieta rica en polifenoles, un subgrupo de compuestos fenólicos presentes en las plantas, puede mejorar la salud y disminuir la incidencia de enfermedades cardiovasculares, debido básicamente a sus propiedades antioxidantes. Algunos alimentos ricos en polifenoles son: cacao, jitomate, aceite de oliva, frutos secos y frutos rojos, entre muchos otros.
Los fenoles se encuentran en el medio ambiente tanto de manera natural como también resultado de actividades antropogénicas, principalmente de carácter agrícola e industrial —química, farmacéutica, perfumería, explosivos, resinas fenólicas, plásticos, textiles, petróleo, colorantes, cuero, papel, destilerías de alquitrán, pesticidas y plaguicidas. Los fenoles sintéticos pueden ser altamente tóxicos y persistentes en el ambiente.
Los procesos industriales liberan al medio ambiente alrededor de 26% de fenoles al aire, 73% al agua y el resto al suelo y sedimentos acuáticos. El fenol en el agua se disuelve lentamente y forma soluciones tóxicas. En Alemania, el fenol se clasifica dentro de un grupo de sustancias llamado “Amenaza para el agua, clase 2”, debido a su considerable toxicidad en este medio. Los compuestos fenólicos en el agua pueden provocar daños significativos a organismos acuáticos; sin embargo, si los organismos son trasladados a un sistema de agua limpia, pueden desintoxicarse. En el suelo, la acumulación de fenol es escasa debido a la degradación microbiana.
En materia de salud, el fenol puede ser corrosivo para los ojos, la piel y el tracto respiratorio. La exposición repetida o prolongada al fenol puede causar intoxicación crónica cuyos síntomas pueden incluir vómitos, dificultad al tragar, diarrea, cefalea, debilidad, mareos, orina oscura, trastornos mentales y urticaria cutánea. También puede causar daños al hígado, los riñones y al sistema nervioso central.
Debido a la estabilidad y solubilidad de los fenoles en el agua, su degradación no es fácil. Su elevada reactividad con el cloro —utilizado en la mayoría de los países para el tratamiento de agua potable—, forma compuestos fenilpoliclorados, más tóxicos y resistentes a la biodegradación. Los tratamientos mecánicos o por coagulación no tienen efectos sobre ellos, y la filtración lenta no los elimina totalmente. Existen sólo dos tipos de métodos para el tratamiento de efluentes fenólicos industriales: 1. No destructivos: permiten la recuperación y reutilización del fenol y generalmente se usan cuando la carga de fenol es elevada y 2. Destructivos: el fenol es transformado por oxidación, ya sea biológica, química o electroquímica y se aplican cuando la concentración de fenol es baja.