Cloro (Cl)
El cloro es un gas altamente reactivo que existe de manera natural en el planeta. Es además uno de los elementos químicos llamados halógenos, lo que significa que tienen la propiedad de formar sales. La sustancia a la que muchos reconocemos como cloro por su olor y sabor, característicos de albercas y productos de limpieza, no es cloro puro, es en realidad el compuesto químico hipoclorito de sodio (NaClO).
Hoy, los mayores consumidores de cloro son las industrias que producen material plástico o sintético, solventes, insecticidas y herbicidas. La industria de la celulosa también usa cloro para blanquear el papel, y por supuesto las plantas de tratamiento de agua utilizan cloro para reducir los niveles de microorganismos potencialmente dañinos. De hecho, los productos clorados son los desinfectantes de uso más extendido en el mundo, dada su alta efectividad contra gran cantidad de hongos, virus y bacterias, además de la facilidad que implica controlar sus niveles. La mayoría de los sistemas de abastecimiento de agua para consumo humano contiene cloro en concentraciones de 0.2 a 1 mg/l. Una dosis adecuada de cloro para el tratamiento del agua es clave para garantizar que sea seguro su consumo.
Al remanente de cloro en el agua, después del proceso de desinfección, se le conoce como cloro residual libre (CRL). Para inactivar los microorganismos en el agua se requiere dejar actuar el cloro de 25 a 30 minutos y en México la NOM–127–SSA1–1994 establece que el margen de CRL debe mantenerse entre 0.2 y 1.50 mg/l.
Pese a que la cloración del agua representó un gran avance en la salud pública mundial a principios del siglo XX, no todo está resuelto. El agua tratada con cloro puede contener trihalometanos (THM): subproductos de la desinfección que se generan como resultado de la reacción del cloro con algo de la materia orgánica presente en el agua. El cloroformo es el THM más abundante y suele ser el principal subproducto de la desinfección. La exposición a dichos agentes, potencialmente cancerígenos, no ocurre sólo por la ingestión de agua, sino también por la inhalación de THM evaporados y por la absorción dérmica. Aunque los riesgos para la salud por microorganismos patógenos que pudiera contener el agua sin tratar son mucho mayores que los causados por los subproductos de la desinfección, los THM no se deben subestimar.
Una forma de prevenir la formación de estos subproductos nocivos de la cloración del agua es disminuyendo o, en el mejor de los casos, eliminando los precursores de THM a través de la filtración de agua con carbón activado antes de la cloración. También es importante saber que existen otras maneras de tratar el agua, por ejemplo, empleando compuestos clorados como el dióxido de cloro en lugar de hipoclorito de sodio o de calcio, ya que el primero genera menos subproductos nocivos que el segundo. No obstante, la mejor solución del tratamiento tradicional con cloro debería contemplar la previa eliminación de precursores orgánicos con un desinfectante menos agresivo que el cloro.